Los Mallos es considerado como el último barrio medieval de la ciudad. No solamente por la época en el que se construyó (años 50), sino por la filosofía constructiva. Durante sus años de gestación, fue creciendo muy apelotonado, con unas “casas encima de otras” y sin zonas verdes. Incluso se ha llegado a decir que “las calles eran los pasillos del colegio”.
Su propia historia cuenta, tal y como leemos en La Voz de Galicia, que los Mallos creció de un modo un tanto extraño. Los constructores eran los propios propietarios de los terrenos (no profesionales), por lo que salieron cosas muy raras de allí, como casas bajas al lado de casas altas.